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CONFUCIO

dimarts, 22 de març del 2011

RUMBO AL SUR DE ITALIA V

Día 4: Serrano - Lecce - Egnazia - Alberobello - Dolmen - Aeropuerto

La noche del sábado la pasamos en Serrallo, un pueblo ubicado entre Otranto y Martano http://www.sanlu.it/ El hotel era muy bueno, con una habitación totalmente nueva y decorada a la perfección y una atenta recepcionista que nos ayudó en todo momento. Después de un copioso desayuno, con pecorino como producto estrella, nos encaminamos a Lecce. Ésta es una hermosa ciudad barroca, salpicada de edificios romanos. El producto estrella es el anfiteatro, sin lugar a dudas.
Denominada la Florencia del sur, es una de las ciudades más interesantes de la región por su fisonomía arquitectónica típica del s. XVII. De orígenes muy antiguos, la ciudad tuvo dos momentos particularmente florecientes: el de la época romana y el del Reino de Nápoles. Justamente en este periodo hubo un gran desarrollo en la construcción de edificios, monumentos y palacios señoriales caracterizados por una lujosa y rica escenografía decorativa que hizo merecer a esta arquitectura la definición de barocco leccese. El fantasioso y minucioso trabajo de escultura fue facilitado por el empleo de la piedra local, dúctil y fácil de incrustar.
Se puede iniciar la visita de Lecce por la Plaza de la Catedral, en un tiempo utilizada como ciudadela fortificada y hoy en día considerada el salotto más elegante de la ciudad. La grandiosidad de la Catedral, obra de Zimbalo, Cino y Penna, el alto campanario de cinco plantas, el Palacizo Vescovile y el Palacio del Seminario marcan el perímetro de la plaza, una de las obras monumentales que mejor representan la magnificencia del estilo de Lecce.
Cerca se encuentra la Plaza San Oronzo que encierra, en su perímetro, la historia de la ciudad. Son testimonio de la época romana los restos del anfiteatro, que en verano se convierte en escenario de representaciones teatrales y, en parte, la alta columna -que en su cumbre lleva la estatua de bronce del Santo en acto de bendecir- erigida el siglo V utilizando una de las columnas romanas procedentes de la antigua via Appia. Símbolo de la época del Renacimiento es el Palacio del Seggio, conocido como el Sedile, hoy utilizado para importantes exposiciones de arte, y la Iglesia de Santa María de las Gracias que custodia frescos y obras de madera.
 Detrás de la plaza está el Castillo de Carlos V, típica construcción defensiva que al rigor del aspecto exterior contrapone, en el interior, el estilo refinado de las arquitecturas señoriales.
Imponente y majestuosa es La Puerta Rudiae, coronada por las estatuas de San Oronzo, Santa Irene y San Domenico y con dos pares de columnas colocadas a los lados del arco central, que da paso a la Iglesia del Rosario, impactante por la fantasía artística de su gran fachada.
No se debe dejar de visitar la Basílica de Santa Cruz, donde la inspiración de los maestros pedreros se plasma en cada detalle de la monumental fachada que anticipa las bellezas del interior, un equilibrio armonioso entre la sobriedad de lo clásico y la fastuosidad del barroco leccese.

Una vez vista la ciudad nos dirigimos a Egnazia. Situada a mitad de camino entre Bari y Brindisi a lo largo de la costa adriática, el Parque Arqueológico de Egnazia representa un lugar fundamental para todos aquellos interesados en descubrir la civilización Mesápica que caracterizó fuertemente la cultura y la historia de esta parte de Apulia durante siglos en la edad del hierro (siglos XII-VI a.C.)

El primer núcleo de gente se instaló ya durante la edad del bronce (siglo XV a.C.) pero fue sólo durante el siglo XI cuando llegaron de Iliria los pueblos lapigios, que iniciaron la fase mesápica de Gnathia. En el 266 a.C. Egnazia fue tomada por los romanos así como todo el resto de la región, convirtiendose en civitas foederata durante todo el siglo III y II a.C. para pasar posteriormente a ser municipio después de la etapa de las luchas sociales (88 a.C.).
Durante el período imperial iniciado con Augusto en el 27 a.C., Egnazia conoció un nuevo período de desarrollo favorecido sobretodo a partir del inicio del II siglo d.C. gracias al enlace con la vía Trajana, que desde Benevento llevaba a Brindisi con un recorrido alternativo y costero respecto a la más antigua vía Appia. Del período mesápico de Gnathia se puede admirar hoy la necrópolis, que presenta tumbas decoradas con frescos, y murallas megalíticas de defensa de 7 metros de altura que se extiende al rededor de 2 Km. en torno al sitio arqueológico.
Del período romano se han conservado trazados de la Vía Trajana, el anfiteatro, el foro, la Basílica Civil y el aula de las Tres Gracias, la capilla de las divinidades orientales.
Del período sucesivo se conservan los restos de dos basílicas paleocristianas.
De allí ya fuimos hacia los úlymos destinos de nuestro viaje: Alberobello y sus trulli. Conocida en todo el mundo por sus características casas, desde el 1996 entro a formar parte del Patrimonio Mundial de la Humanidad UNESCO.
Alberobello nació en la segunda mitad del siglo XVI cuando algunos campesinos fueron autorizados a construir sus casas por la familia feudal de los Acquaviva, Condes de Conversano.
Las casas conocidas en todo el mundo con en nombre de trulli fueron construidas con muros en seco para evitar pagar los impuestos que sancionaba la “Prammatica de Baronibus” en caso de fundación de una nueva ciudad, Por este motivo en ocasión de las visitas de los reyes el poblado completo se desmontaba de noche noche para ser reconstruido nuevamente después de la visita del rey.
 Sólo dos siglos después algunos ciudadanos se dirigieron a Taranto en visita oficial al rey Fernando IV para obtener en el 1797 la proclamación de Alberobello como ciudad regia obteniendo así la posibilidad de usar también el cemento en el proceso de construcción.
Los trulli de Alberobello se anuncian al visitante ya desde lejos, por su caracteristico aspecto que tiende a petrificarse y embellecerse con pináculos decorativos que de esta manera anuncian tanto la habilidad del artesano como de la clase social de la familia que allí mora.
Alberobello en su parte más antigüa se divide en dos riones (barrios): Monti y Alia Piccola. En la cima del primero se puede visitar la iglesia de San Antonio, también ésta construida en forma de trulli dotada de una gran cúpula de 21 metros de altura realizada en planta de cruz griega.
En la ciudad se puede además visitar el Trullo Sovrano, construido en el siglo XVIII por la familia Perta; hoy sede del museo y lugar de encuentros culturales y eventualmente musicales durante la estación estiva.
 La úlima visita la hicimos al Dolmen de Silento, un dolmen de corredor del periodo megalítico. La llegada, a no ser que tengas gps, creo que es prácticamente imposible. La verdad es que a mí, sí me mereció la pena la visita:
Como conclusión del viaje, decir que sin lugar a dudas volveré a la región, no solo por sus extraordinarios restos, sino también por su naturaleza, pero esta vez lo haré en a finales de primavera para así poder disfrutar también de las magníficas playas, de las tres zonas.

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